¿Vamos a dejar que se repita el fracaso estrepitoso de la compensación de carbono con la biodiversidad?

Un artículo de Fiore Longo, directora de la campaña para descolonizar la conservación de la naturaleza de Survival International, y Frédéric Hache, director del Observatoire de la Finance Verte.

 

Imagina que te revelan una solución muy simple para salvar a los osos polares, las abejas y los bosques. Y que te explican que esta solución no requiere nada más que dinero y fijar un precio por lo que estamos destruyendo. He aquí la fórmula mágica que la próxima COP16 tratará de concretar en Cali, Colombia: los créditos de biodiversidad. A finales de octubre, los gobiernos francés y británico, la ONU, el Foro Económico Mundial y la consultora McKinsey presentarán sus propuestas para crear un mercado de la naturaleza. Sin embargo, ¿podemos resolver de verdad la crisis de la biodiversidad de esta manera?

 

¿Crear un mercado para restaurar nuestro planeta?

Antes de imponerse en el debate mundial con ocasión de la COP16 en Colombia, es precisamente en Europa donde la idea de los créditos de biodiversidad está a punto de materializarse. El 13 de septiembre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró su intención de “crear un mercado para restaurar nuestro planeta”. Por mucho que esta información haya pasado relativamente desapercibida, reviste una importancia crucial.

 

¿De qué se trata, exactamente?

La señora Von der Leyen propone instaurar un mercado financiero que otorgará permisos para destruir la naturaleza. En otras palabras, permitiría que las empresas responsables de la destrucción de la naturaleza puedan "compensar" su impacto comprando créditos vinculados a proyectos de restauración en otras partes del mundo, en lugar de reducir directamente su actividad destructiva[1].

 

Reproducir el fracaso de la compensación de carbono

No solo la literatura científica ha demostrado ya que la compensación de carbono constituye un fracaso ambiental en la mayoría de los casos, sino que ha probado asimismo que esos mercados ocupan sistemáticamente el lugar de regulaciones medioambientales más estrictas que impongan una reducción de la destrucción de la naturaleza en los países del Norte.

Porque es justamente de eso de lo que se trata: ganar tiempo y proteger los beneficios de las empresas europeas durante algunos años más, a despecho de la sexta extinción masiva de especies. Este enfoque encaja perfectamente en el objetivo de la señora Von der Leyen: desregular para facilitar negocios. Y esta es la razón por la que esta iniciativa sigue yendo viento en popa políticamente, en un contexto en que las políticas ecológicas tienden a retroceder.

Ya sabemos que este mercado será un fracaso ambiental y humano, así como lo fue anteriormente la compensación de carbono.

 

No habrá más ingresos para los agricultores

La señora Von der Leyen ha explicado asimismo que este mercado permitiría indemnizar a los agricultores por sus esfuerzos para preservar los suelos, el agua y el aire. El ejemplo del Reino Unido muestra por el contrario que los ingresos suplementarios procedentes de la venta de esos créditos vienen de la mano de una rebaja de las subvenciones agrícolas. La Confederación Campesina y la Vía Campesina, por cierto, han publicado sendos comunicados rechazando dichos mercados.

 

Más acaparamientos de tierras y violaciones de derechos humanos

La idea de crear créditos y mercados para proteger la biodiversidad no es original de la señora Von der Leyen, sino que existe desde hace varios años. Lo que ha cambiado es que ahora cuenta con el apoyo determinante de los gobiernos occidentales (sobre todo el de Francia) y la industria de la conservación de la naturaleza, que trata de recaudar más dinero para extender las Áreas Protegidas existentes o crear otras nuevas. Estas áreas, de por sí controvertidas, podrían emitir entonces créditos de biodiversidad. Varias investigaciones independientes muestran que estas zonas, gestionadas por grandes ONG (como WWF, African Parks y Wildlife Conservation Society), son en realidad zonas de guerra para los pueblos indígenas, especialmente en África y Asia. Estos últimos son expulsados, acosados, violados y torturados cuando tratan de acceder a sus territorios ancestrales, bajo el pretexto de preservar espacios “salvajes”, mientras que en ellos se autorizan actividades lucrativas como el turismo masivo, la caza de trofeos y, ahora también, los proyectos de compensación de carbono y de biodiversidad.

No cabe duda de que los créditos de biodiversidad son un concepto sumamente controvertido. Aparte de los problemas técnicos, morales, filosóficos y prácticos asociados al hecho de fijar un precio a la conservación de especies o de ecosistemas enteros, así como a su cambio por la destrucción de otras especies, se plantea la cuestión de la justicia: ¿quién resultará sacrificado para permitir que nuestras multinacionales pretendan “proteger la naturaleza” sin dejar de destruir nuestro planeta? Las poblaciones indígenas corren el riesgo de verse expuestas todavía más al acaparamiento de sus tierras o a acuerdos injustos: con la excusa de “proteger” sus territorios, muchos de ellos de una rica biodiversidad, los pueblos indígenas corren el riesgo de ser expulsados para abrir el camino a proyectos de compensación de la biodiversidad que tratan de sacar beneficio de dichas tierras. Problemas similares se han producido ya en varias ocasiones al amparo de programas de compensación de las emisiones de carbono. Representantes indígenas denuncian esta mercantilización de la naturaleza que se esconde tras los biocréditos y los intercambios de mercado, pues es contraria a su visión del mundo y de sus modos de vida.

 

¿Qué podemos hacer?

Mientras más de 250 organizaciones ambientales y de defensa de los derechos humanos del mundo entero llaman a suspender inmediatamente el desarrollo de estos mecanismos de mercado aplicados a la naturaleza, la COP16 verá el lanzamiento de diversas iniciativas encaminadas, precisamente, a crear créditos de biodiversidad. Un grupo consultivo internacional, establecido por los gobiernos francés y británico en 2023, presentará sus conclusiones y fijará una hoja de ruta para el desarrollo de los mercados mundiales de biocréditos.

Pero todavía no hay nada decidido. No es demasiado tarde para impedir esta falsa solución, que permitiría a las empresas y los gobiernos contaminadores seguir destruyendo la biodiversidad y al mismo tiempo enriqueciendo todavía más el sector financiero. La pelota está en nuestro tejado: ceder a la simplicidad engañosa del discurso neoliberal habitual o movilizarse a favor de soluciones más complejas, pero que vayan realmente a la raíz del problema y sustituyan este modelo económico basado en el crecimiento infinito que beneficia siempre a los mismos, a quienes apoyan ahora el mercado de la biodiversidad.

 

[1]    Si hay quienes pretenden hacer ver que los créditos no se utilizarán con fines de compensación, la representante del Gobierno francés encargada de crear un mercado de la naturaleza ya ha confirmado en persona lo contrario: https://www.actu-environnement.com/ae/news/credits-biodiversite-marche-financement-nature-interview-sylvie-goulard-iapb-44750.php4

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No te pierdas este cómic de Frédéric Hache que explica tan bien por qué los Créditos de Biodiversidad pondrán fin a la destrucción de la naturaleza.

 

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