Regalos para toda la humanidad

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Las contribuciones más valiosas, aunque nada reconocidas, de los indígenas de Sudamérica a la humanidad

Yuca

La yuca, un tubérculo también conocido como mandioca o casava, es un arbusto leñoso originario de Sudamérica.

Fue desarrollado por los indígenas sudamericanos y se ha convertido en un alimento de enorme importancia en todo el mundo, que supone la base de la dieta de más de mil millones de personas en más de 100 países, donde esta raíz es la fuente de hasta un tercio de las calorías diarias. Sólo en África, la yuca es el alimento básico de casi el 80% de la población.

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Se puede hacer una división general entre variedades dulces y amargas, ambas venenosas si no se prepara adecuadamente. Muchos pueblos indígenas de la Amazonia comen o el tipo dulce o el amargo, pero rara vez ambos. La mayoría cultiva decenas de variedades distintas; los tucano, por ejemplo, cultivan más de cincuenta.

La yuca crece en suelo pobre, es muy resistente a la sequía y es un cultivo perenne, así que se puede recolectar cuando se necesita. Ahora también se usa en todo el mundo como comida para animales.

La yuca ya ha salvado innumerables vidas y su importancia irá en aumento a medida que el número de pobres en el mundo crece.

Latex

El árbol del caucho, la fuente principal del caucho natural, se encuentra en la zona norte de Sudamérica.

El látex es la savia opaca y pegajosa, del color de la leche o amarilla, que se extrae del árbol, y que fue descubierta y desarrollada por los indígenas de Sudamérica.

Ellos sabían cómo usar el látex mucho antes de que Cristóbal Colón llegara al “Nuevo Mundo” en 1492, y lo empleaban para impermeabilizar sus ropas. También desarrollaron la jeringa de caucho.

El explorador francés Charles de la Condamine, enviado a Sudamérica por la Academia de las Ciencias de París, escribió en una carta en 1736 sobre el uso del látex en la que decía: “Con él, los indígenas hacen botellas en forma de pera, y en el cuello de éstas ponen una pieza de madera alargada y hueca. Cuando las aprietan, el líquido que contienen sale a través de el tubo y, así, se convierten en verdaderas jeringuillas”. Se han encontrado objetos de caucho entre las excavaciones de la ciudad maya de Chichén Itza.

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Hacia finales del siglo XIX, el descubrimiento del proceso de la vulcanización del látex condujo a la “fiebre del caucho” que se extendió por toda la Amazonia, y que erradicó al 90% de la población indígena en una horrible ola de esclavitud, enfermedad y brutalidad vergonzosa.

El látex puede ser extraído de forma sostenible, sin dañar el árbol. Hoy en día, el caucho natural se usa para producir pelotas que botan, botas, globos y guantes de látex, y es más adecuado que el sintético para los neumáticos de los aviones y las lanzaderas espaciales.

Medicinas indígenas

Si no fuera por el conocimiento botánico especializado de los pueblos indígenas y tribales, especialmente de aquéllos que viven en las selvas tropicales, muchos compuestos medicinales vitales podrían seguir sin conocerse.
Se cree que las plantas han sido fundamentales para el desarrollo de alrededor del 50% de las medicinas actuales.

“Un © Survival

Algunos productos vegetales usados por los indígenas de Sudamérica para hacer veneno, como el curare, han adquirido importancia en la medicina occidental. El curare se usa en la punta de las flechas para inmovilizar a la presa, y se ha adaptado como el relajante muscular que ha hecho posibles procedimientos como la cirugía a corazón abierto.

Años de experimentación con sus plantas tuvieron como resultado que los yanomami de Brasil y Venezuela descubriesen que el jugo de la viña leñosa conocida como uña de gato alivia la diarrea: estudios en Europa también han demostrado su eficacia para el tratamiento de la artritis reumática.

La aspirina, un analgésico manufacturado, se desarrolló a partir de la corteza del sauce blanco, que los indígenas norteamericanos hervían para tratar los dolores de cabeza. El medicamento Taxol, un extracto de la corteza y las acículas del tejo del Pacífico, y que fue adoptado por los nativos norteamericanos por sus poderes inmunizadores, se usa para tratar tumores en el pecho y los ovarios.

Y en el sur de África, la planta buchú, que los bosquimanos usan desde hace tiempo para hacer cataplasmas para curar pequeñas heridas, ahora se usa para enfermedades del riñón y el tracto urinario (ya en 1821 una farmacéutica de Londres registró la planta como remedio).

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