Informe de la ONU confirma vínculos entre funcionarios corruptos y delitos contra la vida salvaje
14 junio 2016
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Un nuevo informe de Naciones Unidas confirma que funcionarios corruptos están en el centro de delitos contra la vida salvaje en muchas partes del mundo, más que grupos terroristas. Paradójicamente, a quienes se persigue y acusa de “furtivos” es a los pueblos indígenas porque cazan para alimentar a sus familias.
Las conclusiones del informe coinciden con una oleada de detenciones de guardaparques en África y Asia, lo que hace saltar las alarmas ante una “epidemia” mundial de caza furtiva y corrupción entre guardas forestales armados que se supone deberían proteger a las especies en peligro de extinción.
Entre las recientes detenciones por corrupción en el ámbito de la conservación de la naturaleza están:
- El arresto en Camerún del guardaparques Mpaé Désiré y de un jefe de la policía local por presunta implicación en el comercio ilegal de marfil en la tierra ancestral de los “pigmeos” bakas y de otras tribus de la selva. Precisamente los bakas también han acusado a Mpaé de golpear a miembros de la tribu y de prender fuego a uno de sus campamentos forestales después de que les acusara de furtivismo.
La creación de áreas protegidas ha arrebatado progresivamente a los bakas y a otras tribus del sudeste de Camerún la posibilidad de acceder a sus tierras ancestrales, y sufren arrestos, palizas y torturas a manos de guardabosques que los acusan de “furtivos” pese a que cazan para alimentar a sus familias.
Desde al menos el año 2000, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) ha estado financiando a guardabosques en esta parte de Camerún, pese a los testimonios de abusos contra cazadores indígenas. En febrero de 2016, Survival International presentó una queja ante la OCDE contra WWF por su implicación en la financiación de proyectos conservacionistas represivos y a menudo violentos, en lugar de hacer frente a los verdaderos cazadores furtivos.
Un hombre baka contó a Survival en 2013: “Los guardaparques solían abrir pequeñas latas de sardinas y las dejaban como cebo para atraer a leopardos, y poder cazarlos por sus pieles”.
Otro manifestó: “Los guardaparques no quieren a nadie en la selva, para que nadie escuche los disparos mientras cazan de forma furtiva”.
- En la India, cuatro empleados de la tristemente conocida reserva de Kaziranga fueron detenidos por estar involucrados en la caza furtiva del amenazado rinoceronte indio. En esta reserva se alienta a los guardaparques a disparar contra cualquier sospechoso de caza furtiva. En solo nueve años 62 personas han sido asesinadas en ella.
- En la reserva de tigres de Pench en la India central un guarda forestal, Vipin Varmiya (según figura en los informes), fue detenido por matar a una tigresa y a sus dos cachorros.
Un reciente informe de la institución Brookings confirmó que las grandes organizaciones de la conservación no están enfrentándose a los verdaderos furtivos: criminales que conspiran junto a funcionarios corruptos. El vínculo entre corrupción y delitos contra la vida salvaje también ha sido reportado en Tanzania, Sudáfrica, Kenia, Zimbabue, Uganda e Indonesia.
La participación de guardaparques armados en la caza furtiva, en países donde se emplean tácticas militares para la conservación de la naturaleza, plantea interrogantes sobre la conveniencia de utilizar violencia e intimidaciones para proteger la fauna y la flora. En muchas partes del mundo, el conservacionismo armado ha derivado en violencia contra pueblos indígenas locales, como en Camerún o India. En esta última las ejecuciones sumarias en nombre de la conservación de la naturaleza corren riesgo de extenderse aún más.
Perseguir a los mejores aliados sobre el terreno del medioambiente en vez de actuar realmente para combatir estos problemas sistémicos está perjudicando la conservación de la naturaleza.
El director de Survival International, Stephen Corry, declaró: “La respuesta del conservacionismo a la caza furtiva ha sido acusar a los pueblos indígenas locales cuando cazan para alimentar a sus familias, apoyar el uso de políticas de disparar a matar y culpar a los violentos grupos terroristas. Nada de esto funciona: está perjudicando la conservación de la naturaleza. Los verdaderos furtivos son los criminales, entre los que hay guardaparques, que conspiran junto a funcionarios corruptos. Mientras las grandes organizaciones conservacionistas se asocian con la industria y el turismo están perjudicando a los mejores aliados del medioambiente, los pueblos indígenas y tribales que han gestionado y dependido de sus entornos durante milenios. Los pueblos indígenas deberían estar al frente del movimiento medioambiental, ellos saben quiénes son realmente los furtivos, pueden proteger su tierra de la tala, protegen la biodiversidad y cuidan su medioambiente mejor que nadie.”