República del Congo: dan una paliza y detienen a “pigmeos” bakas

9 marzo 2018

Los bakas saben cuidar de sus entornos naturales mejor que nadie. © Selcen Kucukustel/Atlas

Esta página se creó en 2018 y puede contener terminología en desuso.

La semana pasada guardaparques de la República del Congo dieron una paliza a cuatro indígenas bakas: dos mujeres y dos hombres. Los bakas acababan de regresar a su comunidad tras pasar el día en la selva, cuando una patrulla de ecoguardas llegó y los acusó de cazar elefantes.

Survival ha recibido información de que los dos hombres bakas fueron detenidos y se encuentran ahora en prisión, a pesar de que los guardaparques no encontraron evidencias de que hubieran estado cazando.

Un caso similar de abuso fue reportado en una comunidad vecina una semana antes, hacia el 23 de febrero: un grupo de bakas regresaban de la selva cuando guardaparques los golpearon y arrestaron.

Los guardaparques están patrullando grandes áreas en el noroeste de la República del Congo, incluidas regiones no reconocidas oficialmente como áreas “protegidas”. Son financiados y equipados por WWF y, según varias fuentes, están sembrando el terror entre los bakas en nombre de la conservación de la naturaleza.

Un hombre baka le dijo a Survival: “Siempre cometen ese tipo de abusos, especialmente a los bakas. Necesitan golpear a personas para que parezca que están haciendo un buen trabajo”.

Los guardaparques también están involucrados en otros casos de abuso, acoso, tortura y detenciones de indígenas bakas inocentes. Un caso a principios de 2017 fue descrito como una “catástrofe”: los guardas obligaron a mujeres, hombres y niños bakas a desnudarse hasta la cintura, tumbarse en el suelo y arrastrarse “como serpientes”, mientras los pateaban y azotaban con sus cinturones.

La violencia física es solo una parte de los abusos que los pueblos indígenas y tribales afrontan en nombre de la conservación de la naturaleza. Los guardaparques roban a los bakas su alimento, queman sus hogares y destruyen sus herramientas
con regularidad.

“Los guardaparques vinieron a maltratarnos sin motivo. Siempre con golpes y latigazos, y rompen nuestras radios y perforan nuestras ollas”, explica un hombre baka.

Actualmente los bakas denuncian que no pueden moverse libremente y vivir en su tierra ancestral. El clima de terror es tal, que se sienten incapaces de salir a cazar, pescar y recolectar plantas para alimentar a sus familias, lo que tiene graves consecuencias para su salud y bienestar.

Estos abusos no solo son ilegales; también están dañando la protección medioambiental. Perseguir a los indígenas cazadores desvía la atención de los verdaderos furtivos, criminales que conspiran junto a funcionarios corruptos, y perjudica la conservación de la naturaleza.

Es más, las grandes organizaciones conservacionistas se están asociando con la industria y el turismo, y destruyendo a los mejores aliados del medioambiente. Como muchos pueblos indígenas y tribales, los bakas saben mejor que nadie cómo cuidar de los elefantes y de los otros animales que habitan sus bosques.

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