Masai
Carol Beckwith y Angela Fisher llevan tres décadas fotografiando tribus de África. En una exclusiva colaboración con Survival, esta galería ofrece un hermoso retrato de los modos de vida de los masais.
Los masáis son pastores de ganado de Kenia y Tanzania
Durante generaciones han sido un pueblo seminómada que va tras las lluvias estacionales del África oriental y desplaza a sus animales de un lugar a otro para que el pasto pueda regenerarse y crecer de nuevo.Este modo de vida fue posible en un primer momento gracias a un sistema de tenencia comunitaria de tierra, por el que todas las personas de una misma zona compartían el acceso al agua y a los pastos.
Los rebaños de ganado vacuno siempre han sido cruciales en sus vidas. De hecho, la riqueza de un hombre se medía en términos de ganado e hijos. Entre los individuos, las familias y los clanes establecen estrechos vínculos por medio de la entrega o intercambio de ganado vacuno. También crían ovejas y cabras.
La dieta masái consistía tradicionalmente en carne cruda, leche y sangre del ganado. En los últimos años también han pasado a depender de otros alimentos como el maíz, el arroz, las patatas y el repollo.
Nuestra filosofía tradicional es que la tierra no pertenece a ningún individuo: pertenece a los muertos, a los vivos y a quienes todavía no han nacido, dice Jospeh Ole Simel, un hombre masái.
© Beckwith & Fisher
En el siglo XIX la tierra masái ocupaba buena parte del Gran Valle del Rift, desde la meseta de Laikipia al norte de Kenia hasta el lago Manyara por la zona centro-norte de Tanzania.
Al finalizar el siglo, los británicos construyeron una vía de ferrocarril que iba desde la costa de Kenia hasta el lago Victoria, dividiendo la tierra masái por la mitad.
Entonces los masáis se vieron obligados a retirarse de sus fértiles tierras volcánicas y, a pesar de la resistencia que opusieron frente a los intentos europeos de sacarlos de sus territorios, fueron derivados a reservas.
© Joanna Eede
Un chico masái cuida del ganado. Viste una shúkà, la palabra maa (lengua masai) que designa una toga de color rojo intenso, teñida de ocre y que tradicionalmente se lleva envuelta alrededor del cuerpo.
Han sido muchos los intentos de los gobiernos para “desarrollar” a los masáis, con el argumento de que mantienen demasiado ganado para la tierra. Sin embargo, los masáis son ganaderos eficientes y rara vez cuentan con más animales de los que necesitan o de los que pueda sostener la tierra.
Somos pastores nómadas. Si solo llueve una vez al año, y lo hace a 50 km, tenemos que llevar a nuestros animales allí. Necesitamos llevar a nuestros animales a los ríos, explica Joseph Ole Simel.
© Beckwith & Fisher
En la segunda mitad del siglo XX se crearon en tierra masái una serie de parques y reservas.
El Parque Nacional del Serengeti se creó inicialmente en 1940, pero no fue hasta 1959 que la administración británica expulsó a los masáis. En la actualidad, estos conservan únicamente la tierra más seca y menos fértil.
Numerosas reservas naturales y parques nacionales, mundialmente conocidos, entre los que se encuentran Amboseli, Masai Mara, Samburu, Ngorongoro, Manyara y el Serengeti (cuyo nombre proviene de la palabra maa siringit que significa interminables llanuras), fueron tierras que una vez pertenecieron a los masáis.
Ahora se han sumado a los millones de personas, la mayoría de ellas también indígenas, que han sido expulsadas de sus hogares en nombre del conservacionismo.
Las comunidades se ven gravemente afectadas si pierden sus tierras para proyectos de conservación u otros proyectos de “desarrollo”, como minas o presas, dice Stephen Corry, director de Survival International.
© Beckwith & Fisher
Meishoo iyiook enkai inkishu o-nkera.
“Que el Creador nos dé ganado y niños”.
© Beckwith & Fisher
Los masáis viven en bomas: un conjunto de casas dispuestas en forma circular.
La valla que rodea al boma está hecha con espinas de acacia, que evitan que los leones ataquen al ganado.
© Victor Englebert
La casa masái se llama inkajijik, y está hecha a base de ramas, barro y estiércol seco de animales. Es tan oscura por dentro que mantiene alejadas a las moscas que revolotean alrededor de las vacas y las cabras.
© Beckwith & Fisher
Los masáis no tienen jefes, aunque sí un Laibon o líder espiritual en cada comunidad.
Veneran a su dios, Engai, y se refieren al volcán que emerge del suelo del Gran Valle del Rift como Ol Doinyo Lengai, la montaña de Dios.
Dicen que la lava blanca que se enfrío en sus laderas es la barba del mismísimo Engai.
© Beckwith & Fisher
Muchos masáis en la actualidad están parcialmente integrados en la sociedad mayoritaria y realizan trabajos en las ciudades como empresarios, políticos o guardias de seguridad, aunque muchos poseen sus propios rebaños que otros les cuidan en sus comunidades.
Como explica Stephen Corry:Los masáis están muy orgullosos de su vida de pastoreo y son un buen ejemplo de cómo muchas personas que no quieren convertirse en habitantes de la ciudad disfrutan de modos de vida muy diferentes de los que marca la norma industrializada.
Los jóvenes y hombres masáis no ven paradoja alguna en cuidar del ganado mientras sostienen a la vez una lanza y un teléfono móvil.
© Beckwith & Fisher
Los varones masáis se organizan por grupos de edad, cuyos miembros van superando ritos de iniciación para pasar de jóvenes a “guerreros” (moranes) y más tarde a ancianos.
La ceremonia del e unoto anuncia la transición de adolescente moran a adulto. Un joven toca el cuerno de un gran antílope kidu para reunir a los moranes y dar comienzo a varios días de cantos y danzas. Como preparativo para el momento culmen de la ceremonia del e unoto, los moranes se pintan las caras los unos a los otros con pigmento ocre.
Los moranes construyen sus propias comunidades separadas, llamadas manyatta, y viven según sus propias reglas, hasta que alcanzan la edad establecida para la vida matrimonial.
© Beckwith & Fisher
Niñas masáis presencian la ceremonia del e unoto.
© Beckwith & Fisher
Nuestro pueblo es fuerte y está preparado para luchar, para oponerse al robo de nuestra tierra.
© Beckwith & Fisher
Olduvai Gorge se encuentra en el Gran Valle del Rift, en Tanzania.
En 1992 el Gobierno tanzano adjudicó a OBC (Ortello Business Corporation) derechos de safari y caza exclusivos en la tierra masái de Loliondo, al norte del país. OBC está vinculada a las familias reales de los Emiratos Árabes Unidos.
Los masáis no tuvieron la opción de pronunciarse sobre el acuerdo y la concesión fue negociada fuera de su tierra.
Sin la tierra y el ganado, no habrán masáis, dice Tepilit ole Saitoti.
La tierra masái también ha sido transformada en granjas privadas y destinada a proyectos gubernamentales.
© Beckwith & Fisher
En 2009 las aldeas de los masáis en Loliondo fueron reducidas a cenizas y perdieron su ganado al ser expulsados de la tierra arrendada a OBC.
© Joanna Eede/Survival
Y en marzo de 2013, en lo que supuso un nuevo revés para este pueblo indígena, el Gobierno de Tanzania anunció una nueva área de “conservación”, de 1.500 kilómetros cuadrados, en las tierras masáis de Loliondo.
Los masáis no podrán desplazarse a su tierra de pastos en el proyecto de “corredor de vida salvaje” y su modo de vida de pastoreo de ganado será destruido; algunos masáis piensan que esto supondrá el fin de los masáis como pueblo diferenciado y del ecosistema del Serengeti.
En septiembre de 2013 el presidente de Tanzania desechó un proyecto que pretendía hacerse con 2.414 km cuadrados de ellos en nombre de la conservación.
Finalmente, el área permanecerá con los masais, de quienes su presidente dice que “han cuidado bien la zona” desde “tiempos inmemoriales”.
© Beckwith & Fisher
Desde 1993 Survival ha apoyado a varios grupos masáis en la lucha por sus tierras.
En Kenia, Survival encontró financiación para un programa de sensibilización contra la venta de tierras y dio apoyo a los pueblos de lloodoariak y mosiro, que se resistían al robo de su tierra por medio de un fraude legal.
En Tanzania, Survival ha respaldado la petición de los masáis del Área de Conservación del Ngorongoro para que se los tenga en cuenta en su administración, y actualmente apoyamos a los masáis de Loliondo en su campaña para impedir la ocupación de sus tierras.
© Beckwith & Fisher
Nuestros antepasados llevaron a su pueblo más allá de los horizontes más lejanos. Su fuerza y poderío se pueden ver en nuestras leyendas. No debemos seguir el camino de esas razas de hombres que han desaparecido de la faz de la tierra.
Tenemos nuestra cultura tras nosotros, y nuestra valentía, el orgullo y la noble verdad.
Lemeikoki Ole Ngiyaa.
© Beckwith & Fisher
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