No sabíamos nada del azúcar en la sangre
En el Día Mundial de la Diabetes, Survival examina las causas de los crecientes índices de diabetes de tipo 2 entre los innus del noreste de Canadá.
Un hombre y una mujer innus empujan un trineo cargado con sus pertenencias por un río helado en el noreste de Canadá.
La fotografía muestra cómo solía ser la vida para los indígenas innus, que hace 50 años aún vivían como cazadores-recolectores seminómadas.
Durante los inviernos subárticos, recorrían el vasto interior del continente con sus zapatos para la nieve en busca de los caribúes migrantes. En los meses de verano, cuando se derretía el hielo, viajaban en canoas hechas con cortezas de abedul hacia la costa atlántica. Eran, en su mayoría, fuertes, saludables e independientes.
Hoy son un pueblo sedentario acosado por problemas físicos y psicológicos, entre ellos una epidemia de diabetes: una enfermedad occidental que ellos desarrollaron solo después de haber sido presionados para asentarse en comunidades fijas.
© Georg Henriksen
Nitassinan, el nombre de los innus para su tierra de bosques de abetos y ríos serpenteantes, había sido suya durante aproximadamente 7.500 años; había moldeado su historia, sus habilidades, su cosmología y su lengua, y les había proporcionado una dieta variada y nutritiva.
Además de caribú, los innus cazaban osos, martas y zorros, y pequeños mamíferos como castores, puercoespines, perdices, chocas de nieve, patos y gansos.
Pescaban trucha ártica y salmón y recolectaban arándanos, uvas y manzanas silvestres en el otoño.
© Dominick Tyler
Durante los años cincuenta y sesenta, sin embargo, el Gobierno de Canadá y la Iglesia Católica presionaron a los innus para que se asentaran en comunidades establecidas.
Gran parte de su tierra les fue confiscada; la caza del caribú fue estrictamente regulada.
Las autoridades aplicaron muchos procesos que tenían como objetivo cambiar a los innus y restar valor a las muchas fuentes de su singularidad como pueblo, explica el profesor Colin Samson, que lleva décadas trabajando con los innus.
© Dominick Tyler
En lugar de mantener un estilo de vida con un propósito, saludable y autosuficiente en armonía con el mundo natural, los innus se vieron de pronto privados de movimiento y sentido, y forzados a adoptar una dieta a la occidental enormemente distinta de la suya.
Las consecuencias para su salud física y mental fueron desastrosas.
Los índices de alcoholismo y suicidio se dispararon, al tiempo que su autoestima caía en picado y su identidad colectiva comenzaba a erosionarse.
Y, a medida que la dieta tradicional innu era reemplazada por una dieta “moderna” alta en grasas saturadas, azúcares refinados y sal, el nivel de obesidad se puso por las nubes, y con él su corolario: la diabetes.
© Dominick Tyler
Yo recuerdo que, cuando era niño, hace unos quince años, aquí no había diabetes ni cáncer. Nuestros abuelos cazaban y se alimentaban de forma saludable con los productos de la tierra, dice Michel Andrew de Natuashish.
Me duele pensar en ello. Ahora esta terrible enfermedad se está extendiendo con demasiada rapidez por nuestras comunidades. Porque la gente bebe demasiado, y compra comida en la tienda, y no hace ejercicio.
© Dominick Tyler
Una vez que el impacto inicial del contacto recorre una población indígena, con frecuencia le siguen los problemas crónicos de salud, ya que se ha desestabilizado todo un modo de vida, señala Stephen Corry, director de Survival International. _Normalmente, la esperanza de vida desciende, y no al contrario, cuando los cazadores-recolectores se sedentarizan.
Survival lleva muchos años defendiendo los derechos de los innus, y ha instado al Gobierno de Canadá a que reconsidere su enfoque en sus negociaciones con ellos.
El profesor Samson dice: El índice de diabetes está directamente relacionado con cambios abruptos en la dieta; de una dieta basada en alimentos silvestres a una basada en la comida basura.
Los problemas de salud asociados a los cambios de dieta no eran tan agudos o simplemente no aparecían si los indígenas eran capaces de mantener una dieta variada de plantas, carne y pescado.
© Adam Hinton/Survival
Antes de los años cincuenta, las enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares eran relativamente infrecuentes entre los innus.
Algunos estudios apuntan a que podría deberse en parte al alto contenido en ácidos grasos omega-3 y antioxidantes en su dieta tradicional.
Los exploradores coloniales que visitaban pueblos aislados con frecuencia hablaban de lo fuertes y saludables que eran, mencionando “buenos dientes”, “piel excelente” y “físicos musculosos”, dice Stephen Corry.
© Katie Rich
Hoy, el 15% de la comunidad innu de Sheshatshiu ha sido diagnosticada con diabetes de tipo 2, al igual que el 9% de la población de Natuashish.
Desconocemos si estos niveles tan elevados se deben a que ahora se hacen más pruebas o a que hay más diabetes, explica la enfermera educadora en diabetes del Centro de Salud en Sheshatshiu. Sin embargo, muchas personas en ambas comunidades ni siquiera se han hecho el análisis para detectar la enfermedad, así que sospechamos que el índice real podría ser del 30%.
En el año 2008 no había máquinas de diálisis en el hospital Happy Valley-Goose Bay, el más cercano a Sheshatshiu. En la actualidad, hay cinco.
© Dominick Tyler
La diabetes es un problema global que afecta al 8,3% de la población adulta, según la Federación Internacional de Diabetes, mientras que Naciones Unidas afirma que, en todo el mundo, el 50% de los adultos indígenas de más de 35 años sufre de diabetes de tipo 2.
En marzo de 2012 un grupo de expertos se encontraban reunidos para una conferencia sobre diabetes en poblaciones indígenas cuando se hizo público que en Canadá los indígenas representan al 2,5% de la población pero el 45% de los jóvenes diagnosticados con diabetes de tipo 2.
_ La diabetes ha alcanzado proporciones de epidemia en las comunidades indígenas y pone su misma existencia en riesgo,_ lamenta el profesor Jean Claude Mbanya, presidente de la Fundación Internacional para la Diabetes.
Y sin embargo la mayor parte de indígenas diabéticos en el mundo nunca son diagnosticados; nunca reciben tratamiento para la enfermedad y en consecuencia mueren sin saber el motivo de su sufrimiento.
© Dominick Tyler
En el invierno de 2009, Michel Andrew, también conocido como “Gigante”, tuvo un sueño en el que su abuelo le habló.
Levántate y ayuda a tu pueblo, le dijo a su nieto. Levántate y camina.
Gigante dejó de beber, cogió su trineo y caminó hacia el norte a través de las aguas congeladas del lago Melville.
© Joanna Eede/Survival
El objetivo de Gigante era sensibilizar sobre el problema de diabetes que afecta a su pueblo, hacer que los jóvenes innus reconectaran con nutshimit (la naturaleza) y demostrar que los alimentos naturales son mucho más saludables que la comida procesada que se compra en la tienda y las bebidas azucaradas.
Imagínese, en diez años, toda la comunidad podría tener diabetes, dice Gigante. Todo el mundo podría perder una extremidad. Quiero ayudar a mi pueblo mediante la creación de programas de cocina para ayudar a educar a las comunidades acerca de la nutrición y reducir los niveles de diabetes.
A lo largo de tres años, Gigante caminó casi 4.000 kilómetros.
© Alex Andrew
Durante el recorrido de Gigante, los Ancianos enseñaban habilidades tradicionales a los adolescentes innus.
Joel, que con quince años era el más joven del grupo, suele esnifar gasolina con sus amigos cuando está en casa, en la comunidad de Natuashish.
En la naturaleza, sin embargo, se siente fuerte. La naturaleza me sienta bien. Me gusta estar sobrio, dice.
© Joanna Eede/Survival
Por el camino los innus cazaban frecuentemente caribú y se comían su carne fresca.
El caribú tiene más del doble de contenido proteico que la carne enlatada, una décima parte de grasas saturadas, tres veces la cantidad de vitamina C y casi nueve veces más hierro.
Lo que los niños comen en la actualidad hace que se pongan malos, dice el Anciano Joe Pinette. Lo que comían en la naturaleza nunca los enfermaba. Cuando sus padres empezaron a comprar comida basura, los niños empezaron a tener problemas.
© Joanna Eede/Survival
Sobre la nieve, plumas de choca de nieve manchadas de sangre de caribú y salpicadas de huellas de husky.
La choca de nieve, o perdiz nival, tiene diez veces más vitamina B3 (niacina) que otras carnes y pescados.
© Joanna Eede/Survival
Durante siglos, la salud de muchos pueblos indígenas ha sido destruida por los invasores, que los han expulsado de sus tierras y les han impuesto su modo de vida. Y sin embargo, cuando viven según sus tradiciones, en sus propias tierras, los pueblos tribales están normalmente sanos y son felices, fuertes y vibrantes.
Muchos pueblos indígenas han elegido vivir de forma distinta a la de la mayoría de sociedades industrializadas; han preferido ser móviles en lugar de sedentarios, han optado por cazar o pastorear en vez de practicar la agricultura; no han mostrado ambición de “mejorar” manipulando la riqueza, comenta Stephen Corry.
Pero esto no significa, por supuesto, que sean más atrasados que cualquier otro pueblo, o que deban adoptar una forma occidental de vivir y pensar.
© Joanna Eede/Survival
También podrías esperar que los ríos corran corriente arriba si esperas que un hombre nacido libre se contente con estar encerrado y privado de libertad para ir allá donde desee.
¿Si atas un caballo a una estaca crees que engordará?
Si encierras a un indio en un pequeño terreno de tierra y lo obligas a permanecer allí, no se contentará, ni tampoco crecerá ni prosperará.
Jefe Joseph, 1879
© Alex Andrew
Tres caminantes innus se aproximan a la gran extensión inhóspita cerca de Border Beacon, en Labrador, en marzo de 2012.
Cambiar el equilibrio de la vida y regresar a las actividades basadas en la naturaleza atacaría las causas primarias de la crisis y mejoraría la salud y el bienestar de los innus, asegura Jules Pretty, profesor de Medio Ambiente y Sociedad en la Universidad de Essex.
La mejora de la salud de los pueblos indígenas no se puede conseguir solo con medicación, dice Stephen Corry. Se requiere acción urgente para permitir a los innus y a otros pueblos indígenas reconectar con sus tierras y volver a controlar su futuro.
© Joanna Eede/Survival
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