Las personas como enemigo de la conservación de la naturaleza: la militarización de la conservación en Nepal

Indígenas gonds y baigas a los que se prohíbe entrar en la Reserva de Tigres de Khana, en la India, el que fue su hogar durante incontables generaciones. © Survival

 

Artículo de Birendra Mahato, presidente del Museo Cultural y Centro de Investigación Tharu y de Conservación Comunitaria de Nepal. Este artículo fue apareció publicado en Common Dreams el 10 de diciembre de 2021.

 

Indígenas gonds y baigas a los que se prohíbe entrar en la Reserva de Tigres de Khana, en la India, el que fue su hogar durante incontables generaciones. © Survival

 

El Parque Nacional de Chitwan, en la región baja del sur de Nepal, es famoso por sus rinocerontes de un solo cuerno y otra fauna salvaje que habita los pastos y bosques tropicales de la zona. Este paisaje, que colinda con India, fue una vez célebre coto de caza mayor y espacio de entretenimiento para miembros de la realeza británica e importantes funcionarios gubernamentales del imperio. Antes de 1960, los indígenas tharus ocupaban estas tierras. Pero todo cambió con la erradicación de la malaria, que favoreció una migración masiva desde las colinas y provocó deforestación y una considerable merm del bosque. Como consecuencia de la deforestación y del declive de la población animal, el Gobierno estableció la primera Área Protegida en el siglo XIX: un santuario equipado con guardaparques para proteger al rinoceronte de un solo cuerno. Estos guardas de los rinocerontes derribaron miles de casas de familias tharus, forzándolas a abandonar sus tierras para dar paso al recién creado santuario.

Antes de la erradicación de la malaria y la migración masiva, los indígenas tharus gestionaban el bosque de Chitwan sin necesidad de legislación o imposición militar. Durante este período, Chitwan albergaba frondosos bosques y praderas, porque la vida indígena está enraizada en la conservación de la naturaleza. Se estima que más de 1.000 rinocerontes y 300 tigres vivían en Chitwan. Como la mayoría de los pueblos indígenas, los tharus mantenían una conexión espiritual con la naturaleza y el bosque. Veneraban a los rinocerontes y tigres con la creencia de que son vitales para un ecosistema saludable. Los ancianos tharus, dueños de la tierra, cuentan la historia de un bosque mucho más valioso cuando el Pueblo Tharus se ocupaba de él. La vida silvestre era parte de la vida y el conflicto entre humanos y animales era insignificante.

La primera Área Protegida de Nepal, el Parque Nacional de Chitwan, se erigió bajo una estricta idea proteccionista de la conservación de la naturaleza que considera a las personas como enemigas. Este punto de vista reprimió la coexistencia de personas en el parque. En consecuencia, el ejército se movilizó para proteger y evitar que la gente accediera a él. Los funcionarios del parque llegaban a aplicar medidas extremas para lograrlo, como quemar casas indígenas e incluso torturar a los habitantes hasta asesinarlos.

Sin embargo, la evidencia histórica y los datos no muestran ninguna prueba de que la militarización mejore el bosque o aumente las poblaciones de animales. De hecho, los bosques y el hábitat de la vida silvestre han decaído. El censo de rinocerontes de 2021 mostró que la población total de rinocerontes en Chitwan es de 752, significativamente menor que la estimación antes de la militarización.

Además de la disminución de la vida silvestre, la militarización de la conservación de la naturaleza ha generado conflictos entre el parque y la población. Los soldados han dictado sanciones, acosado sexualmente e incluso torturado hasta la muerte a indígenas locales (ver la publicación de Kathmandu, Naya Patrika, Peter Gill). Estos indígenas, que comparten una rica historia y cultura con el bosque y han estado recolectando sus recursos de manera sostenible, ahora no se sienten propietarios. El parque no fomenta la participación de sus habitantes en la gestión del bosque, lo que agrava aún más el conflicto entre el funcionariado del parque y la gente.

Se han dado varios casos de violaciones de derechos humanos en nombre de la conservación de la naturaleza a manos de soldados y guardaparques. Para empeorar las cosas, grandes organizaciones conservacionistas han trabajado para ocultar estos incidentes. En 2020, Raj Kumar Chepang, de 24 años, fue asesinado a golpes por soldados por recolectar caracoles en el Parque Nacional. Shikharam Chaudhary fue torturado y asesinado a golpes por guardaparques en 2006; WWF Nepal exigió que se retiraran los cargos contra los guardas. En 2020, las autoridades del parque y los soldados prendieron fuego a casas del pueblo indígena chepang y destruyeron otras, dejando a diez familias sin hogar en plena época de monzones.

El despliegue de militares para la conservación de la naturaleza tiene un coste tanto económico como ecológico. El Gobierno tiene que pagar anualmente millones de dólares a los militares solo para proteger el parque. Esta militarización también excluye a la comunidad, que es vital para una conservación sostenible.

Basado en un intenso trabajo de campo e investigación, Charles M. Peter concluyó que los pueblos indígenas tienen una mejor comprensión del manejo y la conservación de los bosques. Sus experiencias y conocimientos acumulados durante miles de años y transmitidos de generación en generación son valiosos para la conservación y la gestión sostenible de los bosques. Involucrar a la comunidad local también minimiza el coste de conservación, reduce los conflictos con el funcionariado del parque y da un sentido de propiedad a los lugareños. Por lo tanto, para la conservación sostenible de la naturaleza, tanto la idea estrictamente proteccionista como la militarización de la conservación son perjudiciales y deben evitarse en el futuro.

 

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