¿La tribu más aislada del mundo?
Quizás ningún pueblo del planeta esté tan completamente aislado como los sentineleses
En los días que siguieron al cataclismo del tsunami de 2004, a medida que se hizo visible la dimensión real de la destrucción y el horror que se cernió sobre las islas del Océano Índico, el destino de los pueblos indígenas de las Islas Andamán siguió siendo un misterio.
Parecía inconcebible, sobre todo, que los sentineleses hubieran podido sobrevivir, viviendo como viven en una isla remota que caía directamente en el camino del tsunami.
Sin embargo, cuando un helicóptero sobrevoló a baja altitud la isla, un hombre sentinelés salió corriendo a la playa, apuntando con su lanza al piloto en un gesto que claramente significaba “No os queremos aquí”. Los sentineleses eran los únicos, de entre las decenas de millones de personas afectadas por el desastre, que no necesitaban ayuda de nadie.
Es posible que ningún pueblo del planeta permanezca tan completamente aislado como los sentineleses. Se cree que descienden directamente de las primeras poblaciones humanas que salieron de África, y probablemente hayan vivido en las Islas Andamán desde hace sesenta mil años. El hecho de que su lengua sea tan diferente incluso de la de otros isleños de las Andamán sugiere que han tenido poco contacto con otros pueblos durante miles de años.
Esto no significa, sin embargo, que vivan tal como hacían hace sesenta mil años. Aunque se los describa a menudo, por ejemplo, como pertenecientes a la “Edad de Piedra”, fabrican herramientas y armas de metal que recuperan de los barcos encallados en los arrecifes de la isla.
Se cree que los sentineleses viven en su isla desde hace 60.000 años.
Como muchos indígenas aislados con una reputación temible, a los sentineleses a menudo se los describe incorrectamente como “salvajes” o “atrasados”. Su hostilidad hacia los extraños, sin embargo, es fácilmente comprensible, ya que el mundo exterior les ha traído poco más que violencia y desprecio.
En 1879, por ejemplo, una pareja anciana y algunos niños fueron llevados por la fuerza a la ciudad principal de la isla, Port Blair. El funcionario colonial a cargo del secuestro escribió que el grupo entero “enfermó rápidamente, y el hombre mayor y su esposa murieron, así que los cuatro niños fueron enviados de regreso a su hogar con gran cantidad de regalos”. A pesar de ser responsable de la muerte de al menos dos personas, y muy probablemente de iniciar una epidemia entre los isleños, el mismo funcionario no manifestó ningún remordimiento, sino que se limitó a apuntar “la expresión del rostro y el comportamiento peculiarmente idiota” de los sentineleses.
Podemos valorar fácilmente cuán lejos está esto de la realidad en un vídeo que se grabó de los sentineleses en una playa de la isla durante una expedición de “contacto” del Gobierno de la India, en los años noventa.
Es evidente que los isleños gozan de excelente salud, están alerta y se desarrollan bien, a diferencia de los dos pueblos andamaneses que se han “beneficiado” de la civilización occidental, los onge y los granandamaneses, cuya población ha caído en picado y que dependen ahora en gran medida de las raciones del Gobierno para sobrevivir.
La presión ejercida desde Survival y otras organizaciones ha llevado al Gobierno de la India a modificar su política hacia los sentineleses, pasando de intentar el contacto a reconocer que políticas similares han demostrado ser desastrosas para otros pueblos indígenas de las Andamán, y aceptar que tienen derecho a decidir por sí mismos cómo quieren vivir. Lo que subyace a este giro es sencillamente el reconocimiento de que son los propios indígenas quienes están en mejores condiciones de decidir lo que les beneficia.