Brasil da luz verde a una polémica gran presa amazónica
3 febrero 2010
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El Gobierno de Brasil ha concedido la licencia medioambiental para la construcción de la controvertida presa hidroeléctrica de Belo Monte, en la Amazonia.
La presa, que se construirá en el río Xingú, al norte del estado de Pará, será la tercera más grande del mundo con un coste estimado de 17 mil millones de dólares.
Inundará 500 km2 de tierra, provocando una gran destrucción de la selva y ocasionando gran daño a los depósitos de peces.
Los modos de vida de miles de indígenas que dependen del bosque y del río para obtener alimento y agua serán destruidos. Algunos se enfrentan a la expulsión su tierra ancestral.
Actualmente los pueblos indígenas están al frente de las protestas actuales. El pasado mes de octubre los indígenas kayapó y otras tribus mantuvieron una protesta de una semana contra la presa.
En una carta al presidente Lula, los kayapó manifestaron: “No queremos que esta presa destruya los ecosistemas y la biodiversidad de la que hemos cuidado durante milenios y que todavía podemos preservar”.
El Obispo de Xingú, Dom Erwin Krautler, también se opone a la presa y advierte que los indígenas podrían recurrir a la violencia si sus voces no se escuchan. “Ellos gritarán, llorarán, se levantarán”, dijo.
La oficina del fiscal general está solicitando que se anule la licencia, argumentando que los estudios de impacto medioambiental fueron incompletos, y que los indígenas y otras personas que se verán afectadas no han sido consultadas adecuadamente.
Un intento previo de construir la presa en los años ochenta fracasó tras las protestas mundiales que desarrollaron los indígenas kayapó.
La construcción de presas es uno de los puntos centrales del Programa de Crecimiento Acelerado de Brasil, cuyo objetivo es estimular el crecimiento económico del país construyendo una vasta infraestructura de carreteras y presas, sobretodo en la región amazónica.
Hubo una gran presión sobre los ministros para que dieran la licencia a la presa de Belo Monte, lo que ha generado divisiones y renuncias dentro de la propia agencia de medioambiente gubernamental, IBAMA.
Survival se ha quejado ante el Gobierno por el proyecto.
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