Violentos terratenientes agrícolas se apropian de tierra indígena
Los pueblos indígenas de Raposa-Serra do Sol están siendo atacados por violentos terratenientes agrícolas.
Despiadados ataques han sacudido sus comunidades mientras el gobierno de la zona se niega a aplicar la ley.
(Esta página se creó hace años y puede contener terminología en desuso).
Los makuxí, el pueblo indígena más grande de Raposa-Serra do Sol, creen que ellos y sus vecinos, los ingarikó, descienden de los hijos del sol y que éste les dejó el don del fuego, pero también las enfermedades y penurias de la naturaleza.
Los pueblos indígenas de esta zona viven de la caza, del cultivo y de la pesca. Algunos crían rebaños pequeños de vacas en la zona de la sabana y también tienen otros animales domésticos.
Durante los largos meses secos del verano, cazan, pescan en cualquier río que no se haya secado y hacen visitas a las comunidades vecinas. También es el momento en el que construyen y arreglan sus casas, que están hechas de madera, barro y hojas de palma.
El invierno, que dura de mayo a septiembre, es un período de lluvias muy fuertes que hacen imposibles muchas de las actividades que realizan en el verano.
El tamaño de las comunidades varía mucho y están basadas en lazos matrimoniales y familiares. Las familias grandes cazan juntas, pero cada unidad familiar se ocupa de sus propios cultivos y de la cría de unos pocos animales domésticos para uso individual.
Historia reciente
Desde el siglo XVIII, los pueblos indígenas de Raposa-Serra do Sol han luchado por sus derechos territoriales frente a las oleadas de violentas invasiones, la colonización y los intentos de reasentarles. Contra todo pronóstico, han conseguido conservar su tierra ancestral y permanecer en ella.
Los ganaderos ocuparon su tierra en el siglo XX. Establecieron grandes haciendas vigiladas por hombres armados que sometían a los indígenas a mucha violencia: al menos 20 indígenas fueron asesinados en los años 80 y 90.
Los buscadores furtivos de oro y diamantes también invadieron su territorio, contaminando los ríos y generando tensiones con las comunidades.
Más recientemente, a pesar de las protestas de los indígenas, los colonos han establecido varios asentamientos en la zona y los militares han construido barracones al lado de la comunidad indígena de Uiramutã.
En 1996, un gran grupo de terratenientes agrícolas invadió Raposa-Serra do Sol para establecer campos de cultivo de arroz. Emplearon grandes cantidades de pesticidas que llegaron hasta los ríos y arroyos que usaban los indígenas para bañarse, cocinar y beber.
En la última década, estos terratenientes han desarrollado tácticas similares a las terroristas destruyendo las propiedades de los indígenas, amenazando a sus líderes e incendiando sus escuelas.
Desde la decisión del Tribunal Supremo de 2009 que reconoce a Raposa-Serra do Sol como un único territorio indígena, los arroceros y terratenientes se han ido de la zona.
En la actualidad los pueblos indígenas de la Tierra del Zorro y la Montaña del Sol viven en paz en su tierra y desarrollan sus propios proyectos educativos y de salud.
Indígenas de Raposa-Serra do Sol
Los pueblos makuxí, wapixana, ingarikó, taurepang y patamona viven en una tierra llamada Raposa-Serra do Sol (Tierra del Zorro y la Montaña del Sol) al norte de Brasil, en la frontera con Venezuela y Guyana.
Es una región espectacularmente bella de montañas, selvas tropicales, sabana, ríos y cascadas. Ocupa un territorio de cerca de 1,7 millones de hectáreas y es el hogar de 23.000 indígenas.
Los indígenas conservan sus lenguajes y costumbres , a pesar de haber mantenido contacto con foráneos desde hace más de dos siglos.
Muchas comunidades dirigen sus propios programas educativos y sanitarios, y han creado varias organizaciones para defender sus derechos y ayudarles a desarrollar sus proyectos.
Últimas amenazas
Después de años de campañas dirigidas por el Consejo Indígena de Roraima (CIR), Survival y muchas ONGs de Brasil y de otros lugares, Raposa-Serra do Sol fue reconocida legalmente por el presidente Luis Inácio Lula da Silva el 15 de abril de 2005.
Dicho reconocimiento supuso un hito que se celebró con gran alegría, ya que el territorio había sido objeto de una violenta y continuada campaña por parte de los ganaderos y colonos locales, para evitar que los indígenas lo recuperasen.
En las tres últimas décadas, más de veinte indígenas fueron asesinados y cientos de ellos resultaron heridos durante su incansable lucha para recuperar su tierra ancestral.
Un grupo de arroceros, apoyados por políticos locales, se movilizaron contra los indígenas, utilizando tácticas cada vez más violentas: dispararon e hirieron al menos a diez indígenas, quemaron puentes para evitar que los indígenas entraran o salieran de su tierra y lanzaron una bomba a una de las comunidades.
En respuesta al reconocimiento oficial de Raposa-Serra do Sol por parte del Gobierno Federal, el gobierno del estado de Roraima interpuso una demanda ante el Supremo Tribunal Federal de Brasil en la que solicitaba la reducción de su tamaño.
En este territorio viven unos 20.000 indígenas y dependen de la tierra y de los ríos para su supervivencia y desarrollo económico. A pesar de ello, los 6 terratenientes agrícolas y políticos locales sostienen que son un obstáculo para el desarrollo del estado de Roraima.
Finalmente, el 19 de marzo de 2009, en una sentencia histórica, la mayoría de los jueces del Tribunal Supremo defendió el derecho de los indígenas a su tierra, y dijeron que había sido demarcada según la constitución y que su tamaño y límites deben mantenerse.
Los jueces también confirmaron la importancia de que los territorios indígenas se mantengan como áreas continuas y únicas y expresaron que estos territorios en la frontera de Brasil no suponen un riesgo para la soberanía nacional.
El líder makuxi Jacir José de Souza del Consejo Indígena de Roraima (CIR) declaró: “La Tierra es nuestra Madre. Estamos contentos de haberla recuperado y de que el Supremo Tribunal haya defendido a los pueblos indígenas”.
“Ahora volvemos a tener el derecho de pescar en nuestros ríos sin miedo a ser disparados por los pistoleros de los arroceros”, declaró otro líder makuxi.
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