En nuestra habitual reflexión de fin de año queremos arrojar luz sobre un aspecto de la lucha indígena que admiramos profundamente: su determinación infinita.
Y para ello, compartimos cinco historias de líderes indígenas extraordinarios que han luchado por sus derechos territoriales con coraje, perseverancia y esperanza.
Algunos ya no están físicamente a nuestro lado, pero su fortaleza y su determinación siguen prendiendo la llama de la resistencia indígena.
“Lucharemos por nuestra tierra hasta el final”, nos dicen los masáis. Y con palabras similares nos hablan de su lucha los bakas, los yanomamis, los hongana manyawas...
Los sengwer, un pueblo de cazadores-recolectores de Kenia, me contaron que cada vez que el Departamento Forestal prende fuego a sus casas, inmediatamente después las reconstruyen: “De ninguna manera abandonaremos este bosque. No renunciaremos ni a un solo centímetro de nuestra tierra”.
Survival lleva décadas a su lado defendiendo su derecho a la autodeterminación.
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Lee y comparte sus historias y, si te lo puedes permitir, haz un donativo para que podamos seguir presionando por sus derechos. Tu generosidad asegura nuestra independencia e integridad en esta labor.
1. Paulo Paulino, Guajajara
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Lo llamaban Lobo, y su nombre indígena era Kwahu Tenetehar.
Fue asesinado de un disparo en el cuello hace cinco años. Estaba cazando en el bosque con su amigo Tainaky cuando sufrieron una emboscada de madereros en su propio territorio, un islote de verdor en medio de un mar de destrucción en el estado de Maranhão, Brasil.
Paulo formaba parte de nuestros amigos los Guardianes de la Amazonía, indígenas guajajaras que protegen la selva para sus familias y sus vecinos awás no contactados, en el territorio de Arariboia.
Su asesinato no fue un accidente: otros guardianes han sido asesinados por el trabajo que realizan y las amenazas de muerte son frecuentes. Paulo había advertido a las autoridades que su vida corría peligro y su temor se hizo realidad.
Henaky Guajajara, otro Guardián de la Amazonía, hablando sobre él, nos dijo:
"Era uno de nuestros más grandes guerreros y se preocupaba por muchas cosas, porque sabía que dependíamos de ellas: la tierra, la selva, los ríos."
Cinco años después de su fallecimiento, los Guardianes continúan luchando cada día para proteger su territorio, las vidas indígenas y el pulmón del planeta.
2. JK Thimma, Jenu Kuruba
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Detrás de esa gran sonrisa cálida hay un chamán y un líder reconocido decidido a hacer respetar los derechos de su pueblo. Su nombre es JK Thimma.
Desde hace más de 30 años Thimma y las comunidades jenu kuruba y beta kuruba que viven
en la Reserva de Tigres de Nagarhole, en la India, luchan contra las expulsiones y el robo de tierras en nombre de la conservación de la naturaleza.A menudo amenazados de muerte y enjuiciados penalmente, simplemente por haber defendido sus derechos más fundamentales, siguen luchando contra la industria de la conservación que quiere expulsarlos de su bosque pero que recibe a los turistas con los brazos abiertos.
Thimma y su gente desean que los conservacionistas se vayan para que puedan volver a cuidar ellos mismos de su bosque.
Por eso Thimma pregunta al Departamento de Bosques:
“Dado que nosotros veneramos a los tigres, las serpientes, los pavos reales y los espíritus del bosque, ¿quién, según ustedes, los cuidará mejor? ¿Nosotros, que veneramos a los animales o ustedes, que los ven como salvajes y les tienen miedo?”
Que esta maravillosa sonrisa tenga aún más motivos para brillar, como en la foto.
3. Elias Kimaiyo, Sengwer
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Ser un activista indígena no es tarea fácil. Todo lo contrario: es extremadamente peligroso.
Y Elias Kimaiyo lo sabe bien: lo vivencia en su defensa de los derechos humanos del Pueblo Sengwer, indígenas cazadores-recolectores que llevan tiempos inmemoriales habitando el bosque de Embobut, en Kenia.
Los sengwer han hecho frente a múltiples intentos violentos de expulsión de sus tierras a manos del Servicio Forestal de Kenia (KFS) con el pretexto de “proteger el bosque”. Pero nunca se han rendido. Elias aprendió a usar una cámara para denunciar las atrocidades que afronta su pueblo en nombre de la conservación. En 2017, cuando estaba documentando la quema de casas indígenas a manos de guardas del KFS, estos le dispararon y uno de ellos le rompió un brazo al golpearle con la culata de un rifle.
La lucha de los sengwer y de Elias contra las expulsiones continúa. La última vez que lo vimos nos decía:
“Os deseo mucha fuerza y resistencia para liberar a nuestro mundo de la esclavitud de la codicia egoísta de la ‘conservación-fortaleza’, que es un gran acaparamiento de tierras de comunidades indígenas inocentes en todo el mundo.”
4. Joseph Oleshangay, Masái
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Sigue viviendo en Tanzania, en Ngorongoro, donde creció. Pero mientras sus abuelos y sus padres podían pastorear libremente su ganado, los masáis de Ngorongoro y de la vecina Loliondo se enfrentan a expulsiones violentas en nombre de la conservación de la naturaleza.
Joseph tiene poco tiempo para cuidar su propio ganado ahora que lucha junto a comunidades masáis para que sus derechos sean respetados frente a gobiernos y organizaciones como la Frankfurt Zoological Society o la UNESCO, que impulsan estas expulsiones.
En palabras de Joseph, “lo que está pasando no tiene nada que ver con la conservación ni con el bienestar de los animales: es puro lucro. Piensan que nosotros, los masáis, debemos irnos. Por eso estamos aquí, para resistir.”
Cuando los derechos de los masáis por fin se respeten permanentemente, Joseph espera poder cumplir su sueño de ser maestro.
5. Damiana Cavanha, Guaraní
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Cuando pensamos en ella, las palabras que nos vienen a la mente son fuerza, combatividad y resiliencia. Pero hubiéramos deseado que las circunstancias de su vida no la llevaran a necesitar estas cualidades.
Damiana fue una lideresa del pueblo Guaraní Kaiowá, en el estado de Mato Grosso do Sul, en Brasil, y a pesar de todas las pruebas que enfrentó nunca abandonó la lucha.
Damiana sufrió la expulsión de su pueblo de su territorio ancestral, una vida precaria al lado de una carretera, la trágica pérdida de su esposo, Hilário, y de sus hijos, Agnaldo, Sidnei y Wagner (los cuatro en accidentes en esa misma carretera), la violencia de los guardias armados que le impidieron regresar a sus tierras, el agua contaminada por pesticidas y los suicidios de miembros de su comunidad. Y, sin embargo, mantuvo la esperanza de devolver a su comunidad a su territorio, lo que la convirtió en una mujer increíblemente inspiradora.
“No me iré de aquí. Voy a morir en nuestra tierra ancestral. No voy a huir. Soy una mujer, una guerrera, no tengo miedo”.
Damiana falleció hace un año. Es un honor haber podido luchar al lado de esta querida amiga y, mientras sea necesario, 👉 ¡continuaremos la lucha por los derechos de su pueblo!
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