La Presidencia de Bolsonaro podría ser catastrófica para los indígenas de Brasil
Este artículo de nuestra Directora de Investigación y Campañas, Fiona Watson, apareció en El mundo el 6 de noviembre de 2018
Brasil acaba de elegir como presidente a un nacionalista de extrema derecha con tendencias autoritarias e inclinaciones fascistas. Los 900.000 determinados indígenas del país se encuentran entre uno de los numerosos grupos minoritarios a los que Jair Bolsonaro ha atacado a menudo con corrosiva hostilidad. En una ocasión declaró: “Es una vergüenza que la caballería brasileña no fuera tan eficaz como los estadounidenses, que exterminaron a sus indios”. Si cumple sus promesas electorales, los pueblos indígenas de Brasil se enfrentan a una catástrofe; en algunos casos, al genocidio.
En Brasil existen alrededor de un centenar de tribus no contactadas, más que en ninguna otra parte del mundo, y todas ellas están en peligro a menos que se protejan sus tierras. Bolsonaro ha amenazado con cerrar la FUNAI, el departamento estatal de asuntos indígenas encargado de proteger las tierras indígenas. Este organismo lleva tiempo combatiendo los recortes presupuestarios, y si desaparece, los indígenas no contactados se enfrentan a la aniquilación. Este mismo año, la FUNAI publicó el vídeo de un hombre a quien llaman “el último de su tribu”; único superviviente de varias oleadas de ataques genocidas en las décadas de los 70 y 80, cuando empresas madereras y ganaderas se abrieron camino a través de la selva con máquinas excavadoras. Aquellos invasores asesinaron a toda su familia, su comunidad y otras comunidades vecinas. Si se suprimen los mecanismos de protección de los territorios indígenas y de prevención de tales atrocidades (que de por sí son tristemente insuficientes), esta parte vital de la diversidad humana será eliminada para siempre.
Bolsonaro opina que “los indios huelen mal, carecen de educación y no hablan nuestra lengua” y que “el reconocimiento de tierras indígenas es un obstáculo para la agroindustria”. Ha declarado que reducirá o suprimirá las reservas indígenas amazónicas y en varias ocasiones ha prometido que “si soy elegido presidente, no habrá ni un centímetro más de tierras indígenas”. Hace poco se corrigió a sí mismo declarando que quiso decir ni un milímetro.
Esto tiene profundas implicaciones para los pueblos indígenas del país, cuyo sustento, bienestar físico y espiritual dependen totalmente de sus tierras. La lucha por proteger la vida y medios de vida indígenas, además de los ecosistemas de los que dependen, ya es brutal y sangrienta. Survival trabaja en estrecha colaboración con grupos de la tribu de los guajajaras en el Estado brasileño de Maranhão, que han asumido la protección de lo que queda de esta franja oriental de la selva tropical amazónica; no sólo para los cientos de familias guajajaras que la consideran su hogar, sino también para sus vecinos mucho menos numerosos: los awás no contactados. Estos “Guardianes del Amazonas” sufren ataques violentos de las poderosas mafias madereras que operan ilegalmente en la zona. Algunos cálculos indican que desde el año 2000 han sido asesinados hasta 80 miembros de la tribu.
Mientras, en el norte, en la zona selvática más extensa del mundo bajo control indígena, los yanomamis están siendo asediados por buscadores de oro ilegales. La tribu, cuyo territorio se extiende por encima de la frontera hasta el interior de Venezuela, sufre actualmente una epidemia de sarampión, lo más probablemente por culpa de dichos invasores. Esta enfermedad constituye una amenaza especial para los grupos yanomamis no contactados, y la atención médica a ambos lados de la frontera ha sido insuficiente. Docenas de indígenas han muerto. Además de la enfermedad, los mineros han protagonizado ataques violentos contra algunas comunidades, muchas veces impunemente. Al parecer dos yanomamis no contactados fueron asesinados el pasado mes de mayo por buscadores de oro que trabajaban ilegalmente cerca de su comunidad.
Estas incursiones violentas seguramente aumentarán cuando los leñadores, acaparadores de tierras y mineros se sientan envalentonados por Bolsonaro y lleven a cabo avances más profundos y brutales en territorios indígenas a lo largo y ancho de Brasil. El coste se medirá en vidas indígenas y destrucción medioambiental. Se acumulan las pruebas que demuestran que cuando se aplican los derechos territoriales indígenas y se reconoce la gestión del territorio por los pueblos indígenas son el medio de conservación más eficaz y barato. Las evidencias demuestran que cuidan de sus entornos naturales y de la flora y fauna mejor que nadie.
Para aquellas tribus que ya han sido desposeídas de sus tierras, el régimen de Bolsonaro podría suponer su aniquilación como pueblo. Survival lleva décadas trabajando con los guaraníes de Mato Grosso do Sul, cuyas tierras ya han sido robadas por terratenientes y el agronegocio. Actualmente viven en reservas superpobladas o en campamentos instalados junto a las carreteras, en condiciones de extrema indigencia. Esta precaria existencia se volverá aún más miserable en el Brasil de Bolsonaro. Perdidas las esperanzas de un futuro con sentido, muchos jóvenes guaraníes se han quitado la vida y la tribu padece una de las tasas de suicidio más altas del mundo. Los derechos ya reconocidos de los indígenas sobre sus tierras, que ahora se ven amenazados, son el único obstáculo que se interpone en el camino de la extensión de esta situación a muchas más regiones del Amazonas.
Las palabras de odio de Bolsonaro sobrealimentan un discurso público en que la incitación al odio racial se toma como una luz verde al asesinato impune. Al menos 110 indígenas fueron asesinados en Brasil en 2017 y ya existen indicios de que estos crímenes aumentarán. El día de las elecciones, un ataque de pistoleros contra una comunidad guaraní causó heridas a 15 personas, incluido un niño de 9 años. En una insólita y alarmante amenaza, filmada recientemente en el mismo Congreso, Bolsonaro espetó a las tribus del Estado de Roraima lo que tenía previsto hacer en Raposa-Serra do Sol, un territorio indígena reconocido en 2005 después de años de encarnizado conflicto con ganaderos de la zona: “Vamos a desmarcar Raposa-Serra de Sol y dar armas a todos los terratenientes…”
Está por ver hasta qué punto Bolsonaro será capaz de acabar con los derechos constitucionales de los indígenas, pero sin duda lo que está en juego es el alma de Brasil, el futuro de la selva amazónica y la extraordinaria diversidad humana representada por sus 305 tribus diferentes. Brasil ha demostrado que donde las tierras indígenas están protegidas adecuadamente, no sólo prosperan los indígenas, sino también algunos de los ecosistemas más diversos y amenazados del planeta, desde las selvas amazónica y atlántica hasta las sabanas.
Cuando se creó Survival International en 1969, hubo quienes predijeron que los pueblos indígenas de Brasil se extinguirían pronto. El año que viene será nuestro 50º aniversario y los pueblos indígenas siguen aquí, pero necesitan un fuerte apoyo en todo el mundo para hacer frente a lo que bien podría ser un genocidio inminente. Las alianzas con organizaciones indígenas, tanto en el plano institucional como en la base, pueden tener efectos poderosos, y si amplificamos las voces indígenas a escala global, podemos inclinar la opinión mundial a favor de ellos.
Como han dicho recientemente los guaraníes: “Si los pueblos indígenas se extinguen y mueren, estará amenazada la vida de todo el mundo, ya que nosotros somos los guardianes de la naturaleza. Sin bosques, sin agua, sin ríos no hay vida y ningún brasileño tendrá la posibilidad de sobrevivir. Hace 518 años resistimos, luchamos en la victoria y en la derrota, nuestra tierra es nuestra madre. Mientras brille el sol y mientras haya aire fresco a la sombra de un árbol, mientras quede un río en que bañarse, lucharemos.”
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