Únete a Survival para denunciar la violencia que enfrentan los pueblos indígenas en nombre de la conservación, apoyar su resistencia y exigir el fin de esta injusticia.
De 24 febrero a 2 marzo 2025
Los pueblos indígenas están siendo expulsados y sometidos a violencia en nombre de la conservación, mientras gobiernos y organizaciones se apropian de sus tierras para transformarlas en Áreas Protegidas. Sin embargo, ellos son los mejores guardianes de la naturaleza, y sus derechos deben estar en el centro de cualquier esfuerzo por frenar la destrucción ambiental.
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¿Por qué protestamos?
Personas indígenas en toda África y Asia están siendo acosadas, torturadas y expulsadas en nombre de la conservación de fortaleza, un modelo que les roba sus tierras con el respaldo de grandes organizaciones conservacionistas y gobiernos del Norte Global.
La conservación de fortaleza sigue destruyendo vidas y tierras indígenas. Los pueblos indígenas están resistiendo, pero necesitan apoyo urgente para detener la financiación y promoción de este modelo racista y colonial de conservación.
Historias de resistencia
Estas estremecedoras historias de todo el mundo han conmocionado a nuestras investigadoras. Al leerlas, ten en cuenta que algunas incluyen detalles gráficos de violencia.
Karani: “Dejen nuestra tierra masái”. “Pongan fin a la codicia”.
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Karani Olenkaiseri era sólo un niño cuando su pueblo fue expulsado de su hogar en las llanuras del Serengueti. Los masáis llevan muchísimas generaciones pastoreando su ganado en estas tierras, pero en la década de 1950 las autoridades británicas los expulsaron, tras convertir gran parte del Serengueti en un parque nacional.
Karani y su familia se vieron desplazados a tierras extrañas, en las que su ganado, el corazón de la cultura masai y su fuente de sustento, se debilitó y murió de hambre.
Hoy Karani es adulto, y a lo largo de su vida ha sido testigo de cómo muchos de los suyos han sido expulsados, a menudo violentamente.
En 1992, el Gobierno tanzano cedió parte de las tierras de los masáis a una empresa de caza de trofeos vinculada a la familia real de los Emiratos Árabes Unidos.
“Nos dijeron que la empresa gobernaría esta tierra, nos gustara o no”, asegura Karani.
Después, en 2009, 2013, 2017 y 2022, se llevaron a cabo más operaciones para expulsar a los masáis der su territorio. Las fuerzas de seguridad quemaron sus casas y destruyeron sus pertenencias. Algunos, que trataban de salvar sus propiedades, fueron empujados a las llamas. A otros los arrestaron e incluso les dispararon.
Karani nos ha contado que todo ocurrió mientras la Sociedad Zoológica de Fráncfort (FZS, una organización conservacionista alemana) apoyaba la campaña del Gobierno contra los masáis.
La FZS se involucró por primera vez bajo la dirección de su histórico líder Bernhard Grzimek, exmiembro del partido nazi que jugó un papel clave en el plan de “conservación” del Serengueti. Como muchos europeos, Bernhard consideraba que la tierra indígena era un “lugar virgen” que los europeos debían “salvar”.
En la actualidad Karani vive en Loliondo, donde miles de masáis ya han sido expulsados de sus tierras o viven bajo la amenaza constante de ser forzados a ello. Investigadores de Survival lo conocieronen 2022, poco antes de que una protesta de los masáis contra los desalojos fuera recibida con una lluvia de balas por parte de la policía.
“Dejen nuestra tierra masái”, insta Karani a la FZS. “Pongan fin a la codicia”.
Karani y su pueblo son sólo algunas de las incontables miles de víctimas de la conservación de fortaleza. Pero los masáis están resistiendo incansablemente frente a la fuerza de los gobiernos y de las organizaciones conservacionistas con presupuestos multimillonarios, y necesitan que sus aliados estén a su lado.
Raj Kumar Chepang: "[Su] mayor crimen fue que no podía ver a su familia pasar hambre"
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En julio de 2020 Raj Kumar Chepang, un jóven padre, se aventuró en el Parque Nacional de Chitwan en Nepal. Raj Kumar conocía bien esos frondosos bosques porque su pueblo, los chepang, vivían en ellos antes de que los expulsaran de su interior y de los alrededores del parque.
Junto a un grupo de amigos, Raj Kumar buscaba en los arroyos peces, helechos comestibles y ghongi, un caracol que para los chepang ayuda a prevenir la malaria. Pero entonces fueron descubiertos por una unidad del ejército que patrullaba el parque.
Los soldados atacaron a Raj Kumar y a sus amigos. Según estos, los soldados les pisaron el cuello y la espalda con sus botas, y los golpearon repetidamente con palos. Fueron torturados y maltratados durante horas.
Finalmente, fueron liberados y les dijeron que volvieran al día siguiente para pagar una multa, pero los amigos de Raj Kumar aseguran que “él no podía ni caminar... y [nosotros] lo llevamos a casa”. Pocos días después murió.
“El mayor crimen de Raj Kumar fue que no podía ver a su familia pasar hambre y fue a buscar comida a la selva”, dijo su madre.
Tras una larga batalla de su familia para que se hiciera justicia, Chiran Kumar Budha, sargento del ejército nepalí, fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de Raj Kumar.
Pero los Chepang y otros pueblos indígenas de la zona siguen sufriendo persecución y violencia, ya que los proyectos de conservación militarizada operan en las tierras de las que dependen para sobrevivir. Organizaciones conservacionistas occidentales como WWF y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) siguieron prestando apoyo al Parque Nacional de Chitwan, a pesar de ésta y otras muchas atrocidades.
La ZSL, que sigue trabajando en la zona, no se ha pronunciado contra el asesinato de Raj Kumar, mientras que WWF presionó para que se pusiera en libertad a los autores de otro violento asesinato en Nepal.
Estas organizaciones deben rendir cuentas por financiar y apoyar a autoridades del parque, que cuentan con un largo historial de persecución violenta contra los indígenas.
Ella: ““Ya no soy la de antes, mi cuerpo ya no es el mismo”
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Los bakas han vivido en la cuenca del Congo durante miles de años, pero la selva es ahora un mosaico de concesiones madereras y Áreas Protegidas, de la que los bakas han sido expulsados.
Muchos de estos parques nacionales están gestionados por organizaciones de conservación multimillonarias. Una de ellas, African Parks, gestiona el Parque Nacional de Odzala-Kokoua, una región donde los bakas vivían, cazaban y recolectaban.
Los bakas afirman que la violencia y los abusos se han disparado desde que African Parks empezó a gestionar el parque, y que ahora los guardaparques armados mantienen a su pueblo fuera de la selva por la fuerza.
Nos contó esta historia Ella, una mujer baka.
Hace unos años, mientras el marido de Ella estaba fuera, un guardaparque de African Parks se presentó en su casa y le dijo que tenía que acompañarle a la base de guardaparques. De camino, mientras Ella llevaba a su bebé de dos meses junto al pecho, el ecoguarda le ordenó que se tumbara en el suelo y la violó.
Cuando su marido regresó por la mañana, Ella y él fueron hasta la base a quejarse al jefe de los guardas. Entonces los guardaparques esposaron a su marido, le dieron una paliza y lo dejaron esposado en la base todo el día, , mientras que enviaron a Ella de vuelta al pueblo.
“Ya no soy la de antes, mi cuerpo ya no es el mismo”, nos cuenta Ella. Ha recibido una indemnización de unos cientos de dólares; le prometieron más, pero nunca llegó. El guardaparque que la violó fue detenido y encarcelado, pero después de unos meses fue liberado y despedido por African Parks.
Cuando Ella se atrevió a contarnos su historia, le prometimos que lucharíamos para que otras mujeres bakas no tuvieran que sufrir atrocidades semejantes. Por desgracia, el caso de Ella no es excepcional. Casi todas las familias bakas de la región han vivido historias de brutalidad y abusos a manos de guardaparques armados que ahora patrullan la selva que una vez fue su hogar.. Así funciona la conservación de fortaleza.
En Survival trabajamos junto a los bakas para amplificar sus testimonios e impulsar el cambio. Historias como la de Ella han provocado una oleada de indignación pública masiva y han obligado a African Parks a abrir una investigación sobre la actuación de sus guardaparques. Pero más allá de estos abusos, todo el modelo racista de conservación militarizada debe cambiar.
Billy: "Dicen que si me encuentran me matarán"
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Ya antes de desaparecer, el joven Pholachi Rakchongcharoen, conocido como “Billy”, advirtió a Menor, su esposa, que no fuera a buscarle.
“La gente involucrada en esto no está contenta conmigo. Dicen que si me encuentran me matarán. Si desaparezco, probablemente me habrán asesinado”.
Billy procedía de una familia de activistas de Tailandia. Su abuelo, Ko-ee, era muy conocido entre los karen, su pueblo indígena, por oponerse a las atrocidades que sufrían en nombre de la conservación de la naturaleza.
Grandes extensiones del territorio de los karen habían sido ocupadas y convertidas en el Parque Nacional de Kaeng Krachan. Antes de que Ko-ee falleciera a los 107 años, Billy le ayudaba a reunir pruebas de la destrucción de casas y cultivos del Pueblo Karen en nombre de la conservación. Sabía que era un trabajo peligroso: a la gente que dirigía y patrullaba los parques no le hacía ninguna gracia.
Tras la desaparición de Billy, el director del Parque (que ahora ocupa las tierras de la comunidad) admitió que los guardaparques le habían detenido e interrogado. Estos, por su parte, alegaron que lo habían encontrado con miel silvestre, pero afirmaron que después lo liberaron. Pero ni su esposa, Menor, ni ninguno de los amigos de Billy volvieron a saber de él.
Cinco años después se encontraron restos quemados de su cráneo en un bidón de aceite oxidado dentro del parque… Quienquiera que fuera el responsable de su asesinato, lo que está claro es que puso mucho empeño en ocultar el crimen.
Cuando nos reunimos con Menor en 2023, el caso de Billy estaba en los tribunales tailandeses. Cuatro sospechosos, incluido el jefe del parque, Chaiwat, habían sido acusados de asesinato y otros delitos. Los cuatro fueron absueltos, aunque Chaiwat fue declarado culpable de incumplimiento del deber por no redactar un informe oficial sobre la detención de Billy.
Todos los implicados en proyectos de conservación en esta zona conocían la historia de Billy, así como muchos otros abusos que han sufrido los karen. Y aún así, la UNESCO designó el Complejo Forestal de Kaeng Krachan como Patrimonio de la Humanidad en 2021, a pesar de los llamamientos de los karen para que se aplazara la decisión hasta que se abordaran sus preocupaciones en materia de derechos humanos.
Félix: "Nuestro pueblo ha estado aquí por siglos. No pedimos nada nuevo, solo que se respeten nuestros derechos"
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Desde hace décadas, el Pueblo Qom en Argentina enfrenta una lucha desigual por sus tierras ancestrales, arrebatadas en nombre de la conservación. En 1951, el gobierno creó el Parque Nacional Pilcomayo sin su consentimiento, restringiendo su acceso y poniendo en peligro su modo de vida.
Para los Qom, la tierra no es solo territorio: es identidad, cultura y supervivencia. Desde tiempos inmemoriales, han vivido en esa región, dependiendo de la caza, la pesca y la agricultura. Pero con la creación del parque, se les prohibió acceder a su propio hogar, criminalizando sus prácticas tradicionales y forzándolos al desplazamiento.
Félix Díaz, líder Qom, ha estado en la primera línea de esta lucha. Denuncia que la creación del parque no fue un acto de protección ambiental, sino una forma más de despojo colonial. “Nuestro pueblo ha estado aquí por siglos. No pedimos nada nuevo, solo que se respeten nuestros derechos”, ha declarado.
Su activismo ha tenido un precio alto: él y su familia han sido intimidados y amenazados de muerte. Pero, a pesar del peligro, Félix sigue adelante, liderando protestas y acciones legales para exigir justicia y el reconocimiento de los derechos territoriales de su pueblo.
El caso del Pueblo Qom no es un caso aislado. En todo el mundo, pueblos indígenas están siendo expulsados y perseguidos en nombre de la conservación, mientras gobiernos y grandes ONG conservacionistas convierten sus tierras en parques naturales y áreas protegidas sin su consentimiento.
Gracias por luchar por un futuro en el que los derechos de los pueblos indígenas estén en el centro de la conservación de la naturaleza.