Indígenas olímpicos
En unos juegos olímpicos se pone a prueba el rendimiento de los mejores deportistas del mundo.
Pero también los pueblos indígenas tienen habilidades únicas y sorprendentes: desde los arqueros de la Amazonia hasta los buceadores bajaus de Borneo.
Un niño con gafas submarinas de madera hechas a mano se agarra de la cola de un tiburón nodriza pardo que le arrastra a través de las aguas superficiales del Mar del Sur de China.
Los bajaus de Sabah, Sulawesi, pueden sumergirse hasta 20 metros de profundidad para la caza de peces, perlas y pepinos de mar en el fondo submarino.
Conocidos como los gitanos del mar, los bajaus pasan la mayor parte de sus vidas en el mar; cuando bucean, son capaces de mantener su aliento hasta tres minutos.
Los científicos han descubierto que los bajaus están sumergidos un 60% del tiempo que pasan en el agua, lo que viene a ser casi tanto como las nutrias de agua.
© James Morgan/Survival
Se mueven de noche por la selva, portando antorchas de resina.
Los indígenas awás de la Amazonia brasileña, la tribu más amenazada de la Tierra, son expertos arqueros.
Los hombres awás cazan con arcos de hasta 1,85 metros de largo, y llevan un fardo de flechas hechas con bambú, fibra de palmera, resina de árbol y plumas de aves. Las puntas de las flechas varían en forma y tamaño en función del tipo de presa.
Mientras esperan a que aparezcan los monos aulladores, los cazadores se sientan en las ramas de árboles de hasta 30 metros de alto. Disparan las flechas hacia su objetivo desde esta vertiginosa altura.
En la actualidad, la selva de los awás está siendo talada más rápido que ningún otro territorio indígena en la Amazonia; solo sobrevivirán si se protege su tierra.
© Fiona Watson/Survival
Para los hamares, un pueblo indígena del valle del bajo Omo, en Etiopía, la habilidad para saltar sobre ganado posicionado en fila cualifica a un hombre para casarse, poseer ganado y procrear.
Antes de saltar, la cabeza del hombre es parcialmente afeitada y su cuerpo impregnado en estiércol para tener más fuerza, al igual que el ganado, para asegurar una superficie resbaladiza. El fracaso en los saltos sobre la fila de toros y vacas puede traer vergüenza, pero se permiten más intentos.
Se piensa que el valle bajo del río Omo ha sido un cruce de caminos cultural durante miles de años; el punto donde confluía una enorme diversidad de inmigrantes.
En la actualidad, la construcción de una enorme presa hidroeléctrica amenaza con bloquear el río, acabar con los ciclos naturales de inundaciones y poner en peligro los sofisticados métodos de cultivo de las tribus que dependen de las crecidas.
© Mario Gerth/Survival
El océano es nuestro universo, dice Hook Suriyan Katale. un hombre indígena moken de las islas de Surin.
Se dice que los mokenes, seminómadas que viven en el archipiélago Mergui, en el mar de Andamán, aprenden antes a nadar que a caminar.
Un estudio científico desarrollado por la Universidad de Lund en Suiza, demostró que la visión de los niños mokenes es un 50% más potente que la de los niños europeos.
Durante cientos de años han desarrollado una habilidad única para enfocar la vista debajo del agua, al bucear en busca de comida en el fondo submarino. De este modo han llevado la eficacia de sus ojos a los límites de lo que es humanamente posible.
© Cat Vinton/Survival
En lo alto de los cañones y desiertos de las montañas Sierra Madre de México, las carreras de larga distancia y resistencia son un modo de vida para los rarámuris, o pueblo tarahumara. De hecho, se piensa que el nombre rarámuri significa aquellos que corren rápido.
El juego de carreras más popular de los tarahumaras es el rarajípari o carreras de pelota, en la que los hombres corren golpeando una bola de madera con los pies. Las principales carreras pueden durar hasta 48 horas, y cubren una distancia de entre 150 y 300 km sobre el escarpado terreno a gran altitud.
© Jay Dunn (www.MexicoCulturalCalendar.com/Survival)
En el sur de Papúa, a pocos grados por debajo del Ecuador, en el hogar costero del pueblo indígena semi-nomádico de los asmates no hay carreteras.
Como resultado, los asmates han utilizado canoas durante mucho tiempo para viajar a lo largo de la enorme red de amplios y profundos ríos que recorren su selva.
Los piragüistas impulsan y dirigen las embarcaciones mientras permanecen de pie; la habilidad consiste en mantener el equilibrio mientras sumergen largas varas de tres picos y reman con ellas a través de las aguas revueltas, una tarea especialmente ardua y peligrosa cuando se generan corrientes cruzadas por los ríos que desembocan en el mar de Arafura.
Todos los pueblos indígenas de Papúa han sufrido enormemente bajo la ocupación indonesia, que comenzó en 1963 y cuya brutalidad es casi incomparable.
© JEANNE HERBERT
Los mongoles se definen a sí mismos como el pueblo de los cinco animales: caballos, ovejas, cabras, camellos y ganado. Por encima de todos, los caballos son los más apreciados (un caballo vale, por tradición, diez cabras) y siguen siendo parte íntegra de la vida nómada diaria.
La bebida nacional, el airag, se hace a partir de la leche de yeguas fermentada; las hebras de crin de caballo se utilizan como amarres en las casas nómadas, o gers.
Sus habilidades ecuestres son excepcionales: a menudo se enseña a los niños a montar tan pronto como empiezan a caminar, en monturas de cuero con grabados en plata que se traspasan de generación en generación.
Durante el festival de naadam, niños de solo cinco años recorren en caballo, sin montura y descalzos, hasta 30 km de la estepa de Mongolia.
© Joanna Eede/Survival
En el calor resplandeciente del desierto del centro australiano, los niños aborígenes pitjantjatjaras dan volteretas y giran en una exhibición de sus habilidades acrobáticas.
Las sorprendentes habilidades de los pueblos indígenas no son solo miden cuán rápidos, altos y fuertes podemos ser como seres humanos o cuáles son nuestros límites mentales y físicos, sino también son un indicador de la extraordinaria diversidad de la humanidad.
A medida que el mundo occidental se vuelve cada vez más homogéneo, sedentario y alejado de la naturaleza, todos podemos aprender de los pueblos indígenas. Durante miles de generaciones han prosperado, dependiendo únicamente de sus propios recursos, y sus modos de vida siguen estando ampliamente esculpidos por su entorno natural.
Los pueblos indígenas pueden desempeñar un rol vital en el mundo del mañana, dice Stephen Corry, director de Survival International. Ellos nos muestran quiénes somos en relación con los demás y con los animales, las plantas y la Tierra que nos rodean. También nos demuestran, con su destreza para el buceo, la caza, la natación, las carreras o para montar a caballo lo que significa ser ágil, adaptable e ingenioso.
En definitiva, nos enseñan lo que es ser humano.
© Alastair McNaughton/www.desertimages.com.au
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